Esta es una imagen del señorial Castillo que domina la ciudad francesa de Pau. Este bello palacio fue iniciado por Gastón Febus en el siglo XIV, y fue escenario del nacimiento de Enrique IV en 1553. Pau en la actualidad es la capital del Departamento de los Pirineos Atlánticos.
En pocas ocasiones se puede ver la habitualmente populosa Gran Vía madrileña tan despejada como esta imagen, tomada en la capital española el pasado verano. Una imagen que parece extraida de una película de catástrofes en la que no queda un alma en Madrid.
Esta bella localidad pirenaica, enclavada en un valle que lleva su mismo nombre, es vecina de Ansó, y antesala del Monasterio románico de San Pedro de Siresa y de la espectacular Selva de Oza. Bellos rincones, calles empedradas y una arquitectura popular propia muy característica de estos valles, con unas singulares chimeneas. Además de su arquitectura, al igual que su vecino Ansó, Echo también ha sabido conservar costumbres, sus tradiciones, su gastronomía e incluso su propia lengua.
Una primavera muy adelantada la del 2006, ya que esta foto, tomada en la ciudad francesa de Oloron Saint Marie fue realizada en el mes de febrero del pasado año.
Los delfines son uno de mis animales preferidos. Inteligentes, divertidos, pacíficos... La imagen está tomada en Loro Park el pasado verano.
El Templo de Debod es un templo del antiguo Egipto que se encuentra actualmente en Madrid. Este templo, situado en una de las zonas con más encanto de Madrid, fue un regalo que el gobierno egipcio hizo a España en 1968 como compensación por la ayuda española tras el llamamiento realizado por la Unesco para salvar los temlos que había en peligro por la construcción de la presa de Asuán. De todos los templos salvados, Egipto regaló cuatro como agradecimiento a Estados Unidos, Italia, Holanda y España.
El templo, que tiene unos 2.200 años de antigüedad, y estuvo dedicado a los dioses Amón e Isis, fue situado en la reconstrucción en la misma orientación que tuvo en su lugar de origen, de este a oeste. Un consejo, ver atardecer en los alrededores de este templo egipcio es uno de los atractivos más desconocidos de Madrid.
Esta es una de mis zonas preferidas de Zaragoza. La calle Dormer, con sus palacios renacentistas, como el de la Real Maestranza, y sus impresionantes aleros. Y al fondo, la imponente torre barroca de La Seo. Un viaje al pasado en una zona que apenas ha cambiado en los últimos 500 años.
La imagen está tomada en Rodas, la mítica isla griega. Una isla que te transporta hasta el pasado, con sus calles empedradas, sus iglesias, sus mezquitas, su muralla y su castillo. Una ciudad para perderse por sus callejuelas antes de tomar un baño a muy pocos metros del lugar donde estuvo el Coloso de Rodas.
La barca se encuentra en una pequeña ensenada de la isla griega de Mykonos. Apenas se balancea en un mar en calma, a escasos metros de las rocas de la costa en un caluroso día del mes de septiembre.
Una singular visión de la Seo Zaragozana, con su torre barroca y su cimborrio. Y en lo alto del cimborrio, un nido de cigüeñas en medio de la ciudad. Hay épocas, en las que se pueden ver hasta tres parejas de cigüenas.
Un nuevo parque se extiende a lo largo de la ribera del Río. En el antiguo muro del Actur, un nuevo parque comunica el puente de la Almozara con lo que será el próximo recinto Expo. Y dentro del parque, una fuente con dos filas de esculturas de ranas hace honor al nombre de la zona en la que se ubica la Expo, el meando de Ranillas.
Las torres del Pilar, símbolo de Zaragoza, compiten en altura con la chimenea situada en el barrio del Actur. Si el Pilar es el símbolo tradicional de la Ciudad, la Chimenea es el símbolo de la modernidad y el progreso que trajeron la industrialización a la capital aragonesa. Hoy, casi no quedan restos de esas industrias de finales del XIX y principios del XX, al margen de alguna chimenea como la de la imagen que continúa apuntando al cielo en medio de su soledad, compitiendo con las torres del Pilar.
Ella es Laura Díez, una joven madrileña, con raíces en Zaragoza. En una calurosa noche del pasado mes de junio, Laura posaba en el estanque que rodea el Templo de Debod. Una mirada ilusionante, llena de vida, en uno de los entornos más mágicos de Madrid.
Hoy en día, hasta los ángeles deben tomarse un respiro y hablar con el móvil con las alturas. Y es que a estas alturas del siglo XXI, si no estás movilizado, no eres nadie. La escena fue tomada en diciembre del 2005 en el entorno del Palacio Real de Madrid.
En mis viajes, no sólo me gusta fotografiar panorámicas, monumentos, o paisajes urbanos. También me gusta fotografiar rincones que me encuentro por el camino. Como este, un rincón que me pareció encantador, aunque creo que al resto del grupo que me acompañaba le pasó desapercibido entre tanta tienda. Los colores blanco y azul, el cartel, el farolillo, y las flores y girasoles hicieron que mi vista se detuviera en él.
Este es uno de mis conjuntos urbanos favoritos de la capital aragonesa. Al menos por la belleza de algunos de sus edificios, aunque quizás le falte alguna mejora urbanística para que los edificios destaquen más si cabe. Este edificio, en concreto, fue la antigua sede de Ibercaja en Zaragoza, y está situada en la calle San Jorge. Podría ser un elegante edificio de París, o de Madrid. Pero no, está en Zaragoza.
El metro, y la cultura, son dos de los grandes símbolos de las grandes capitales. En esta caso, la instantánea fue tomada hará un par de años en plena Gran Vía de Madrid, con la parada de Metro de Callao en primer plano, y con el fondo de los cines de esta céntrica plaza madriñela, con el cartel de la película que exhibían en ese momento, Ninet, con una Elsa Pataki que era el centro de las miradas tanto de los miles de madrileños como de turistas que caminaban por esa plaza.
El Casco Antiguo de Zaragoza es un lugar en el que se pueden encontrar mil rincones en los que disfrutar del arte, de un paseo, de una terraza. En este caso, la plaza de San Felipe es un remanso de paz, sólo roto por el trote de los caballos de Pablo Gargallo. Aunque desde hace unos meses, la plaza está huérfana de ellos por las obras de remodelación del museo del escultor aragonés.
Junto al Ebro, una nueva ciudad está naciendo. Un paisaje de gruas y de andamios surge de la nada, creando la nueva Ciudad del Agua que proyectará a Zaragoza en todo el mundo. Donde antes no había más que bosques de ribera y huertas, ahora se está creando una nueva Zaragoza que asombrará a todos.
En ciertos lugares, siempre apetece pasear. Aunque el pueblo sea un laberinto de subidas y bajadas. Cada esquina, cada recoveco, pueda darte una sorpresa. Un rincón que fotografiar, una sombra en la que descansar, o de repente, una bella vista al mar.